En lugar de estar tan molestos con los productores de la última aventura de James Bond, una de cuyas partes será filmada en el norte del país, los chilenos debiéramos estar al menos agradecidos. Para muchos es casi una afrenta que el árido norte del país sea presentado como Bolivia, pero yo esperaría a ver los resultados antes de poner el grito en el cielo, porque sabemos lo que somos los latinoamericanos para el mundo de Hollywood. Seguramente en la película, los bolivianos interpretados por chilenos, serán un grupo de zaparrastrosos muertos de hambre, y los jefes, los malos, unos patanes irresponsables, sucios narcotraficantes, machistas y fríos asesinos que ante los espectadores serán bolivianos y no chilenos
Y es comprensible, además, que filmen aquí en Chile y no en Bolivia. Los paisajes de ambos lado de la cordillera son parte de la misma región, dividida por una frontera política, no por diferencias geográficas marcadas, pero las condiciones de vida son mucho mejores en Chile. Aquí tendrán hoteles decentes para que se hospeden las estrellas, agua potable, comida internacional. Y, por sobre todo –y pensando en la lógica primer mundista sobre el tercer mundo- mucho menos riesgo de que se presente alguna situación peligrosa para el equipo técnico y artístico. Aunque con la actitud de algunos, como el escritor Hernán Rivera Letelier que ya puso el grito en el cielo por el asunto, capaz que hasta haya protestas y manifestaciones en contra de la filmación de la película.
A estas personas les informaría que Daniel Craig no es James Bond, sino un actor que interpreta al agente secreto creado por Iam Fleming. Y que, por ejemplo, Brad Pitt no anduvo en los Himalayas filmando Siete Años en el Tibet, sino en la cordillera de Mendoza. Ejemplo hay cientos. Si todas las locaciones fueras exactamente las que se quiere mostrar en la película, se habrían filmado algunas películas menos, especialmente sobre nuestra dictadura.
Películas sobre en Chile han sido rodadas en Portugal, en España, en México y nunca se ha escuchado quejarse a nadie por eso. A lo más nos ha llamado a risas los uniformes, los personajes con sus bigotazos, los diálogos, la manera de hablar, etc. El tema no tiene que ver con que vayan a adjudicar “nuestras bellezas naturales” a otro país, como han dicho algunos en TV, el asunto es que se trata de Bolivia, país por el que muchos chilenos sienten desprecio. Bolivia para ellos es una india haciendo pichí en un tren viejo, lento y maloliente. Para esa misma gente, España son los españoles tirando los puchos al suelo en los bares.
La reacción no sería igual si se tratara de Argentina, país por el cual, esos mismos que sienten desprecio por Bolivia, sienten una profunda admiración que en los festivales de la canción de Viña del Mar, disfrazan de pifias a la primera mención de un argentino.
Es una lástima que la gente reaccione así, sobre todo cuando a Chile no vienen muy seguido a hacer este tipo de cosas y más bien cada vez que nos mencionan en el cine es para señalar algo despectivo hacia los chilenos y Chile. Esta vez, los chilenos pondremos la tierra y los bolivianos se llevarán los insultos y la mala imagen.
miércoles, 19 de marzo de 2008
martes, 11 de marzo de 2008
Chávez y los malos pensamientos
El pasado 10 de noviembre, en la cumbre de los pueblos, en un velódromo del Estadio Nacional a medio llenar, donde había más banderas y carteles que personas, me tocó ver y escuchar a Hugo Chávez. Entre las mil y una cosas que dijo, afirmó que Allende había sido asesinado en el palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973. Eso no es así. Está archidemostrado y verdad histórica que se suicidó. Sin embargo, el mandatario venezolano viene y lo dice con total desparpajo. Habló de democracia, libertad y justicia, pero ¿aceptaría Chávez un acto de ese tipo, pero pro liberalismo en Venezuela? La cantidad de veces que mencionó a Víctor Jara, a Violeta Parra, a Pablo Neruda era para marear. Y no es que nos recordara su legado y su obra o, por último su compromiso con los más humildes, sino que simplemente los mencionaba. 'Víctor Jara, Violeta Parra, Neruda, Violeta Parra, Neruda, Víctor Jara, Neruda, Violeta, Víctor Jara'. Como si le pertenecieran a él o a los que piensan como él. Como si todos deseáramos y anheláramos lo que desea él. A eso le llama 'democracia'. Los expertos dicen que Chávez es por esto y muchas cosas más, un factor desestabilizador en América Latina. Yo prefiero decir que es un hombre que sólo genera malos pensamientos.
Me explico.
En el acto que Comunidad Mujer organizó para celebrar el Día Internacional de la Mujer en el Palacio Cousiño, una periodista de televisión, me preguntó sobre el tema del momento, protagonizado por hombres: la crisis diplomática entre Colombia y Ecuador que finalizó con apretones de manos en República Dominicana. ¿Estás con Chávez o con Uribe? Dije que con Uribe, que Chávez me parece un matón grotesco, oportunista, demagogo, tipo irritante, grosero e ignorante. Nos animamos y seguimos con adjetivos algo menos conocidos. Dijimos tarambana, papanatas. Destilamos odio por unos minutos.
Recordamos que hasta el diario El País, siempre tan pulcro, en una editorial publicada durante los primeros días de la crisis, también se salió del molde cuando dijo que Chávez había ordenado 'chulescamente' –es decir como un proxeneta ordenaría a una de sus chicas- a su ministro de Defensa a movilizar diez batallones a la frontera con Colombia. Y luego le dimos al lenguaje. Eso de hablar de 'imperio', de 'yanquis', 'de 'pueblo', de 'revolución' es irritante, es ridículo. Esas palabras todavía le quedan a Fidel Castro, porque pareciera que él las inventó, pero a Chávez no le cuadran por ningún lado. El sólo genera malas ideas, malos pensamientos, comezón, molestia, ira, rabia, incredulidad y abatimiento.
Dije que además del Presidente de Ecuador, Rafael Correa, el otro de los complotados en este nuevo clan ultraizquierdista latinoamericano que tendría derecho a alegar sería Daniel Ortega, el mandatario nicaragüense, porque durante años Estados Unidos apoyó y sostuvo a la Contra que combatió a su gobierno en los ochenta y que operaba descaradamente desde Honduras, 'el portaaviones más grande del mundo', como llamaban a sus vecinos en Nicaragua por esos años. ¿Pero Chávez? 'Saltó lejos el maní', diríamos.
Agregó que no se atrevía a decir mucho que estaba con Uribe, a quien considera un gran Presidente, porque tiene la sensación de que la mayoría de la gente está con Ecuador y Chávez, que, lamentablemente, hoy es como decir Venezuela. Concluyó que quizás los años nos vuelven más conservadores, que seguramente en los ochenta hubiéramos estado espantados por la intervención colombiana en territorio ecuatoriano y por la norteamericana en Colombia y que Hugo Chávez nos hubiera resultado un líder interesante en un continente que comenzaba a salir de los regímenes militares. Sin embargo, en esos mismos ochenta, Estados Unidos seguramente hubiera sacado de 'un ala' a Chávez del poder, cuestión que con risas medio avergonzadas nos provocó una extraña nostalgia de situaciones repudiables como la intervención norteamericana en Grenada y Panamá. Y quizás, por lo mismo, en un continente que por estos días parece muy tentado por la demagogia y el populismo, el verdadero líder interesante sea el súper duro Alvaro Uribe.
Al margen de cualquier otra consideración, ese tipo de cosas son las que genera Chávez. Malos pensamientos, malas ideas, como que Estados Unidos intervenga directamente o, por contrapartida, la esperanza de que el socialismo a lo Castro-Chávez tenga una nueva oportunidad en América Latina. No hay razones ni para lo uno ni para lo otro, tampoco para mostrarse partidarios acérrimos del régimen de Uribe. Pero ahí estamos todos pendientes de qué nueva barbaridad dirá o hará el Presidente de Venezuela, para ponernos a pensar mal, a tener malas ideas.
Me explico.
En el acto que Comunidad Mujer organizó para celebrar el Día Internacional de la Mujer en el Palacio Cousiño, una periodista de televisión, me preguntó sobre el tema del momento, protagonizado por hombres: la crisis diplomática entre Colombia y Ecuador que finalizó con apretones de manos en República Dominicana. ¿Estás con Chávez o con Uribe? Dije que con Uribe, que Chávez me parece un matón grotesco, oportunista, demagogo, tipo irritante, grosero e ignorante. Nos animamos y seguimos con adjetivos algo menos conocidos. Dijimos tarambana, papanatas. Destilamos odio por unos minutos.
Recordamos que hasta el diario El País, siempre tan pulcro, en una editorial publicada durante los primeros días de la crisis, también se salió del molde cuando dijo que Chávez había ordenado 'chulescamente' –es decir como un proxeneta ordenaría a una de sus chicas- a su ministro de Defensa a movilizar diez batallones a la frontera con Colombia. Y luego le dimos al lenguaje. Eso de hablar de 'imperio', de 'yanquis', 'de 'pueblo', de 'revolución' es irritante, es ridículo. Esas palabras todavía le quedan a Fidel Castro, porque pareciera que él las inventó, pero a Chávez no le cuadran por ningún lado. El sólo genera malas ideas, malos pensamientos, comezón, molestia, ira, rabia, incredulidad y abatimiento.
Dije que además del Presidente de Ecuador, Rafael Correa, el otro de los complotados en este nuevo clan ultraizquierdista latinoamericano que tendría derecho a alegar sería Daniel Ortega, el mandatario nicaragüense, porque durante años Estados Unidos apoyó y sostuvo a la Contra que combatió a su gobierno en los ochenta y que operaba descaradamente desde Honduras, 'el portaaviones más grande del mundo', como llamaban a sus vecinos en Nicaragua por esos años. ¿Pero Chávez? 'Saltó lejos el maní', diríamos.
Agregó que no se atrevía a decir mucho que estaba con Uribe, a quien considera un gran Presidente, porque tiene la sensación de que la mayoría de la gente está con Ecuador y Chávez, que, lamentablemente, hoy es como decir Venezuela. Concluyó que quizás los años nos vuelven más conservadores, que seguramente en los ochenta hubiéramos estado espantados por la intervención colombiana en territorio ecuatoriano y por la norteamericana en Colombia y que Hugo Chávez nos hubiera resultado un líder interesante en un continente que comenzaba a salir de los regímenes militares. Sin embargo, en esos mismos ochenta, Estados Unidos seguramente hubiera sacado de 'un ala' a Chávez del poder, cuestión que con risas medio avergonzadas nos provocó una extraña nostalgia de situaciones repudiables como la intervención norteamericana en Grenada y Panamá. Y quizás, por lo mismo, en un continente que por estos días parece muy tentado por la demagogia y el populismo, el verdadero líder interesante sea el súper duro Alvaro Uribe.
Al margen de cualquier otra consideración, ese tipo de cosas son las que genera Chávez. Malos pensamientos, malas ideas, como que Estados Unidos intervenga directamente o, por contrapartida, la esperanza de que el socialismo a lo Castro-Chávez tenga una nueva oportunidad en América Latina. No hay razones ni para lo uno ni para lo otro, tampoco para mostrarse partidarios acérrimos del régimen de Uribe. Pero ahí estamos todos pendientes de qué nueva barbaridad dirá o hará el Presidente de Venezuela, para ponernos a pensar mal, a tener malas ideas.
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