miércoles, 29 de octubre de 2008

Un día de muerte

Dos llorones

Anoche en dos noticieros de medianoche se presentaron dos llorones. Burgos y Pizarro, hombres de apellidos antiguos en Chile, pero nuevos pareciera. Con razón la DC está moribunda. Su directiva se echa a llorar porque no votan, porque le dan la espalda, ya no digamos a su líder, sino a su amiga, Soledad Alvear. Difícil imaginar llorando a los fundadores de ese partido, - a quienes Burgos y Pizarro recuerdan como a genios griegos-, porque las situaciones políticas se les presentaron adversas. Estos de hoy no saben salir boxeando de las esquinas como hacen los grandes luchadores. Llorar no es una mala práctica, pero llorar ante las cámaras de televisón es de nobleza cuando los hechos lo ameritan. Ni siqiuera lloró el padre del niño que cayó al canal San Carlos hace tres días por ir a buscar una pelota y fue encontrado muerto, frío, tieso, ayer en la mañana después de una ardua búsqueda.
Seguramente que tendrán sus razones más que entendibles para "hacer pucheros". Traciones, puñaladas, machismo, deslealtad, matonaje, lo que quieran. Pero si la DC estaba moribunda después de las municipales, ese par de tristes viudos de Soledad Alvear la terminaron de matar ayer en la noche. No tienen espíritu, no tienen carácter, no tienen amor propio, no tienen valor ni valores. Ya no deben saber ni qué pensar. Los irresolutos pueden ser extraordinarios en el campo del arte o el de la filosofía, pero no en la política. Lo más triste es que en TV, maquillados, ya no lloraban como en la tarde, cuando los sorprendieron las cámaras, poco después de la renuncia de Soledad Alvear, sino que estaban con simple cara de pena como cuando a un niño le roban el estuche, el sanguche o la mesada.

El loco

Pero no fue el único que se paseó por la televisión durante la noche del día en que murió el empresario Ricardo Claro Valdés. También estuvo el presidente del Senado y ex demócratacristiano, Adolfo Zaldíva Larraín. Habló de la Democracia Cristiana como esos futbolistas - ya que todos hacen analogías futbolísticas- que han subido de estatus deportivo y les preguntan por viejos dirigentes ambiciosos que les hicieron daño. La diferencia es que Zaldívar no fue reclutado ni alimentado por la DC como un genio de la política al que no le alcanza para la leche ni para los zapatos de fútbol, sino que su familia es fundadora de la DC.
No lo dijo así, porque no habla así, pero se entendió que estaba "en otra" y trató de adjudicar al Partido Regionalista Independiente, el PRI, una especie de carácter fundador de la política chilena en el Siglo XXI. La Concertación y Piñera son el continuismo, afirmó. "Más de lo mismo" fue una de las frases que usó, tan utilizada por estos días. ¿A alguien le cabe alguna duda que todo el poder de los Zaldívar estuvo detrás de la gran baja de la Democracia Cristiana? Sólo un iditoa no lo leería así, sólo un idiota no entendería que a estos neo demócratacristianos no les caería todo el peso de la aristocracia partidaria por haber echado a uno de sus hijos que simplemente aspiraba a recomponer las añejas bases del conglomerado, no porque crea verdaderamente en ellas sino porque lo mueve una ambición desmedida de poder y no estaba dispuesto a dejar que se lo arrebataran así nomás. Pero hasta aquí parece llegar el asunto. Una pelea con los Frei no sólo sería fraticida sino mortal para el partido. Entonces sí que no quedaría nadie parado. Entonces sí que la DC no se podría levantar de sus cenizas, como lo hizo recién a principios de los ochenta tras la debacle de Radomiro Tomic en las presidenciales de 1970.

El tío Richi

A las cuatro de la madrugada de ese día dejó de respirar Ricardo Claro Valdés, un niño hermoso de ojos vivos y escrutadores, de acuerdo a las fotos de su infancia publicadas por el diario La Segunda. Hasta el padre Renato Poblete se confundió a la hora de hablar de los méritos del abogado y empresario para merecer el cielo: "Es posible que Dios lo acoja en su reino", dijo, e inmediatamente se corrigió para decir que era "seguro" que el creador lo tendría a su lado. No fueron los católicos los que exculparon a Ricardo Claro. Fue el propio Ricardo Lagos, cuya memoria de título que luego sería best seller - La Concentración del Poder Económico en Chile - fue impugnada apenas leída por el ayudante de la catedra de derecho económico en la Universidad de Chile de los años cincuenta, Ricardo Claro. Dijo Lagos que Claro había abierto un espacio a los dirigentes proscritos por la dictadura militar cuando se sentó junto a él y otros dirigentes de izquierda a hablar de política a través de una radio a mediados de los ochenta, cuando nadie discutía nada. Y era, dentro de los medios habituales, el único que levantaba la voz contra la política económica del régimen militar a través de columnas en La Tercera y El Mercurio.
La tentación de caricaturizar a Claro es grande, tanto como la de caricaturizar a Agustín Edwards y de seguro que era un despota - lo más parecido al señor de la querencia que queda en Chile-, pero no le pueden negar que siempre haya tenido una sola voz. Permitió la voz de otros, como recordaba Lagos, pero también se metió con otras voces, como la de Piñera en el caso de la famosa radio Kioto. Ayer muchos debieron revisar esas imágenes y recordar ese hecho noticioso increíble. Muchos olvidaron que Claro se disculpó por la calidad de la radio -"este aparato es malo", dijo, estimagtizando a la marca para siempre- y que también advirtió que lo que se escucharía allí no era "lenguaje de salón". Dos caeracterísticas de su personalidad: el despiadado y el caballero. Y luego dijo que si un chileno no podía denunciar una situación compleja públicamente, estábamos pavimentando el camino a la corrupción. No era la manera, pero tenía razón. Quizás si alguien lo hubiera tomado en cuenta, hoy habría más transparencia pública. Qué paradoja.

lunes, 28 de abril de 2008

Bachelet y la bomba que desnuda

En tiempos en que el sol no brilla en ninguna parte, hay que agarrarse de lo que esté más a la mano para no perder todo lo sembrado en una vida de malas artes, conspiraciones, intrigas, acuerdos y chanchullos, es decir una vida entregada al servicio público. Unos van para allá, otros vuelven para acá, otros se juntan por acullá. Algunos, como nunca antes, con descaro quieren acarrear agua a su molino, a través de la poco discreta televisión. Allamand quiere primarias con Flores y Zaldívar, Longueira quiere a Lavín como candidato a la alcaldía de Santiago –el peor alcalde de los últimos años-, a Vidal, ya 300 por ciento bacheletista, sólo le falta pegarle un coscorrón a un periodista o dispararle a alguien, Schilling cree que sin los comunistas no habrá más Concertación. O sea, la cueca en pelotas. Un viejo amigo colombiano, que por los ochenta salía con la mujer más fea de Santiago, cuando se lo sacaban en cara, decía que en tiempo de guerra cualquier hoyo es trinchera. Hoy está lleno de trincheras, porque estamos en guerra. Declarada por la Presidenta cuando a poco de sentarse en su oficina de La Moneda impuso un estilo tan incomparable, tan increíble, tan inasible que los ha dejado a todos en pelotas, sin saber qué hacer, tratando de recordar cómo se hacían las cosas antes. Si hoy somos más honrados o más estúpidos, menos talentosos o más mal educados, si el país va para alguna parte, no lo podemos saber, pero si sabemos que nadie, ni el más pintado sabe bien qué hacer ni porqué ni para qué. La bomba que desnuda arrojada por la Presidenta los tiene a todos confundidos, como cada vez que quedamos en pelotas en público. Es como aquel viejo cantante que antes de actuar se iba a una cantina y luego de que lo encontraban borracho, ya con todo el público pifiando por la demora, entraba al escenario micrófono en mano, tambaleándose, mientras los músicos lo miraban aterrorizados porque no sabían qué canción iba a entrar cantando. Debían ser unos maestros, pues siempre lograban seguirlo, cantara el Happy Birthday, Y Volveré o Samba pa` ti. Algo así pasa con la primera mandataria. Si nuestros políticos fueran esos músicos. Otro gallo nos cantaría. Pero siempre fueron aficionados, siempre creyeron vagamente en el honor y descaradamente en el dinero y la posición.

jueves, 24 de abril de 2008

Que la corte Vidal

Decir que Vidal se ha vuelto loco podría ser un buen inicio para una novela o un cuento, pero decirlo en serio, puede hasta ser peligroso. Pero si no está loco, al menos está enloquecido o pasa por un momento difícil.
Considerando que no debe ser fácil ser el vocero de una Presidenta como Michelle Bachelet, cuyas opiniones, acciones y determinaciones muchas veces nos hacen fruncir, sí es posible sostener el cargo con mayor dignidad y no disparar para todos lados, decir toda clase de cosas y meterse, finalmente contra la prensa, con la pauta de la prensa. Su antecesor, el trirte Lagos Weber sufría lo indecible entre interpretar a la mandataria, defender a su papá y hacer la política de La Moneda cuando los ministros eran Andrés Zaldívar, demasiado cansado, y Belisario Velasco, demasiado policial.
Vidal, en más de una ocasión ha querido enmendarle la pauta a los medios de comunicación. Habla de prensa libre cuando se trata del diario La Nación y fustiga a Chilevisión y otros medios por incluir en sus titulares artículos de corte policial. Hace unos días estaba fuera de sí, o casi fuera de sí, porque los índices de personas que se han visto afectados por la delincuencia bajó a un 34 por ciento. Y como un futbolista o farandulero cualquiera, culpó a la prensa.
Y al oírlo hablar a uno le queda la sensación de que el hablador Vidal parece morirse de ganas de cerrar algún medio de prensa, a lo Chávez, simplemente porque no destacan las grandes obras o hacen uso de la libertad de prensa con la que Vidal se llena la boca cada vez que se trata de informaciones que favorecen al gobierno.
Pareciera que ese elemento bolchevique-germano oriental que parece dominar las oficinas de La Moneda de hoy, también tomó de los sesos a Vidal, hombre de escuelas militares y del viejo Partido Nacional.
En su defensa, diré que es medio sordo y los sordos suelen tener mal genio, pero hay algunos más tímidos que hacen un esfuerzo por prestarle atención a los demás. Vidal, el sordo, sólo sabe hablar. Si se escuchara. Es una lástima que sea tan vocero.
Durante algún tiempo lo admiré porque era el vocero perfecto. Decía mil palabras y los periodistas quedábamos colgados. Es decir, qué mejor vocero que un hombre que dice muchas cosas, pero que en el fondo no dice nada. Ahora, en cambio se ha puesto a decir cosas, a amenazar, incluso se dio lujo de decirle a Matías Del Río, el conductor de Ultima Mirada de Chilevisión que lo acusaría a Piñera. ¿Qué se habrá imaginado? ¿Qué Pretende?
Lo siento, me estoy quejando injustamente. Vidal, al asumir, dijo que sería 150 por ciento bacheletista. ¡Y cómo lo está cumpliendo! Ya va como en el 200 por ciento. Yo opté por apagar la tele cada vez que aparece en pantalla, lo mismo que hago cuando aparece la Presidenta. Y no soy el único.

lunes, 14 de abril de 2008

Algunos privilegiados

Aunque ahora estoy gordo y me cansó con una cabalgata, de niño era corredor y bueno. En una interescolar llegué tercero en la posta de cuatro por cien, detrás de dos monstruos del Verbo Divino, muy bien equipados con trajes especiales, mientras yo lucía calcetines con rombos. Nada mal para venir de un colegio particular de Ñuñoa y después de haber sido el quinto en recibir el testimonio en la última etapa.
Me acordé de esto porque hace unos días leía un reportaje en que se señalaba que sobre el cincuenta por ciento de los cargos gerenciales de las empresas los ocupan ex alumnos del Saint George, el Sagrado Corazones, el San Ignacio, el Tabancura y por supuesto el Verbo Divino. El cincuenta por ciento para cinco colegios. Es decir que prácticamente todos quienes egresan de esos establecimientos están en sólidas posiciones en las empresas y por tanto en, seguramente, inmejorables condiciones económicas.
Y no sólo es un tema importante en la estadística. En Chile, aún en estos tiempos, y tal como los perros se huelen el culo, a las personas aún nos preguntan ya no sólo en qué colegio estudiamos sino en qué clínica nacimos. Mi generación debía nacer en la clínica Santa María –yo nací en la Central, por si a alguien le interesa-, ahora hay muchas otras y quizás la Santa María haya quedado en segundo plano, como clínica para torrantes.
Hace unos años en Barcelona, mientras esperaba comprar unos pasajes para Turquía y las computadoras estaban caídas, concocí a una compatriota que por entonces ya tendría más de 55 años. Nos conversamos un café. Me dijo que llevaba más de treinta años en Europa y que debía ir a Chile porque su padre se estaba muriendo. Inmediatamente me confesó que si no fuera por eso, no vendría al país de ninguna manera. Durante su estadía en Europa había vivido en Roma, en París y por entonces estaba radicada en Londres. “¿Tu sabes lo que es ver a todas esas minas aburridas que todavía te siguen preguntando en qué colegio estudiaste, en qué clínica naciste? Y te hablo de mujeres viejas, no de cabras chicas que andan buscando a sus similares y no entienden aún que el mundo es tan diverso”, me decía.
Al rato nos separamos. Y su historia me quedó para siempre. Porque no es fácil odiar a la patria, aunque la patria se esfuerce tanto porque uno la odie.
Un tercer lugar después de dos del Verbo Divino. Bien para un chico de Ñuñoa. Un tercer lugar para chile en un continente donde sólo superamos en territorio población y recursos naturales a Paraguay, Uruguay y Bolivia, muy bien también.
El asunto es que los recursos, el número de personas y el territorio ocupado por los miles de estudiantes que no son de aquellos colegios privilegiados es mucho más vasto, pero tiene muchas menos posibilidades de surgir en la vida. Pienso en estas cosas sin mucha claridad. Quizás porque el tema de hoy – en la noticia dura y en el concepto más abstracto- es la educación. Y quizás hasta logremos tener un pueblo bien educado, pero un pueblo que dé las mismas oportunidades a todos, es de otro siglo, el 22 seguramente.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Mi nombre es Chile, Puro Chile

En lugar de estar tan molestos con los productores de la última aventura de James Bond, una de cuyas partes será filmada en el norte del país, los chilenos debiéramos estar al menos agradecidos. Para muchos es casi una afrenta que el árido norte del país sea presentado como Bolivia, pero yo esperaría a ver los resultados antes de poner el grito en el cielo, porque sabemos lo que somos los latinoamericanos para el mundo de Hollywood. Seguramente en la película, los bolivianos interpretados por chilenos, serán un grupo de zaparrastrosos muertos de hambre, y los jefes, los malos, unos patanes irresponsables, sucios narcotraficantes, machistas y fríos asesinos que ante los espectadores serán bolivianos y no chilenos

Y es comprensible, además, que filmen aquí en Chile y no en Bolivia. Los paisajes de ambos lado de la cordillera son parte de la misma región, dividida por una frontera política, no por diferencias geográficas marcadas, pero las condiciones de vida son mucho mejores en Chile. Aquí tendrán hoteles decentes para que se hospeden las estrellas, agua potable, comida internacional. Y, por sobre todo –y pensando en la lógica primer mundista sobre el tercer mundo- mucho menos riesgo de que se presente alguna situación peligrosa para el equipo técnico y artístico. Aunque con la actitud de algunos, como el escritor Hernán Rivera Letelier que ya puso el grito en el cielo por el asunto, capaz que hasta haya protestas y manifestaciones en contra de la filmación de la película.

A estas personas les informaría que Daniel Craig no es James Bond, sino un actor que interpreta al agente secreto creado por Iam Fleming. Y que, por ejemplo, Brad Pitt no anduvo en los Himalayas filmando Siete Años en el Tibet, sino en la cordillera de Mendoza. Ejemplo hay cientos. Si todas las locaciones fueras exactamente las que se quiere mostrar en la película, se habrían filmado algunas películas menos, especialmente sobre nuestra dictadura.

Películas sobre en Chile han sido rodadas en Portugal, en España, en México y nunca se ha escuchado quejarse a nadie por eso. A lo más nos ha llamado a risas los uniformes, los personajes con sus bigotazos, los diálogos, la manera de hablar, etc. El tema no tiene que ver con que vayan a adjudicar “nuestras bellezas naturales” a otro país, como han dicho algunos en TV, el asunto es que se trata de Bolivia, país por el que muchos chilenos sienten desprecio. Bolivia para ellos es una india haciendo pichí en un tren viejo, lento y maloliente. Para esa misma gente, España son los españoles tirando los puchos al suelo en los bares.

La reacción no sería igual si se tratara de Argentina, país por el cual, esos mismos que sienten desprecio por Bolivia, sienten una profunda admiración que en los festivales de la canción de Viña del Mar, disfrazan de pifias a la primera mención de un argentino.

Es una lástima que la gente reaccione así, sobre todo cuando a Chile no vienen muy seguido a hacer este tipo de cosas y más bien cada vez que nos mencionan en el cine es para señalar algo despectivo hacia los chilenos y Chile. Esta vez, los chilenos pondremos la tierra y los bolivianos se llevarán los insultos y la mala imagen.

martes, 11 de marzo de 2008

Chávez y los malos pensamientos

El pasado 10 de noviembre, en la cumbre de los pueblos, en un velódromo del Estadio Nacional a medio llenar, donde había más banderas y carteles que personas, me tocó ver y escuchar a Hugo Chávez. Entre las mil y una cosas que dijo, afirmó que Allende había sido asesinado en el palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973. Eso no es así. Está archidemostrado y verdad histórica que se suicidó. Sin embargo, el mandatario venezolano viene y lo dice con total desparpajo. Habló de democracia, libertad y justicia, pero ¿aceptaría Chávez un acto de ese tipo, pero pro liberalismo en Venezuela? La cantidad de veces que mencionó a Víctor Jara, a Violeta Parra, a Pablo Neruda era para marear. Y no es que nos recordara su legado y su obra o, por último su compromiso con los más humildes, sino que simplemente los mencionaba. 'Víctor Jara, Violeta Parra, Neruda, Violeta Parra, Neruda, Víctor Jara, Neruda, Violeta, Víctor Jara'. Como si le pertenecieran a él o a los que piensan como él. Como si todos deseáramos y anheláramos lo que desea él. A eso le llama 'democracia'. Los expertos dicen que Chávez es por esto y muchas cosas más, un factor desestabilizador en América Latina. Yo prefiero decir que es un hombre que sólo genera malos pensamientos.
Me explico.
En el acto que Comunidad Mujer organizó para celebrar el Día Internacional de la Mujer en el Palacio Cousiño, una periodista de televisión, me preguntó sobre el tema del momento, protagonizado por hombres: la crisis diplomática entre Colombia y Ecuador que finalizó con apretones de manos en República Dominicana. ¿Estás con Chávez o con Uribe? Dije que con Uribe, que Chávez me parece un matón grotesco, oportunista, demagogo, tipo irritante, grosero e ignorante. Nos animamos y seguimos con adjetivos algo menos conocidos. Dijimos tarambana, papanatas. Destilamos odio por unos minutos.
Recordamos que hasta el diario El País, siempre tan pulcro, en una editorial publicada durante los primeros días de la crisis, también se salió del molde cuando dijo que Chávez había ordenado 'chulescamente' –es decir como un proxeneta ordenaría a una de sus chicas- a su ministro de Defensa a movilizar diez batallones a la frontera con Colombia. Y luego le dimos al lenguaje. Eso de hablar de 'imperio', de 'yanquis', 'de 'pueblo', de 'revolución' es irritante, es ridículo. Esas palabras todavía le quedan a Fidel Castro, porque pareciera que él las inventó, pero a Chávez no le cuadran por ningún lado. El sólo genera malas ideas, malos pensamientos, comezón, molestia, ira, rabia, incredulidad y abatimiento.
Dije que además del Presidente de Ecuador, Rafael Correa, el otro de los complotados en este nuevo clan ultraizquierdista latinoamericano que tendría derecho a alegar sería Daniel Ortega, el mandatario nicaragüense, porque durante años Estados Unidos apoyó y sostuvo a la Contra que combatió a su gobierno en los ochenta y que operaba descaradamente desde Honduras, 'el portaaviones más grande del mundo', como llamaban a sus vecinos en Nicaragua por esos años. ¿Pero Chávez? 'Saltó lejos el maní', diríamos.
Agregó que no se atrevía a decir mucho que estaba con Uribe, a quien considera un gran Presidente, porque tiene la sensación de que la mayoría de la gente está con Ecuador y Chávez, que, lamentablemente, hoy es como decir Venezuela. Concluyó que quizás los años nos vuelven más conservadores, que seguramente en los ochenta hubiéramos estado espantados por la intervención colombiana en territorio ecuatoriano y por la norteamericana en Colombia y que Hugo Chávez nos hubiera resultado un líder interesante en un continente que comenzaba a salir de los regímenes militares. Sin embargo, en esos mismos ochenta, Estados Unidos seguramente hubiera sacado de 'un ala' a Chávez del poder, cuestión que con risas medio avergonzadas nos provocó una extraña nostalgia de situaciones repudiables como la intervención norteamericana en Grenada y Panamá. Y quizás, por lo mismo, en un continente que por estos días parece muy tentado por la demagogia y el populismo, el verdadero líder interesante sea el súper duro Alvaro Uribe.
Al margen de cualquier otra consideración, ese tipo de cosas son las que genera Chávez. Malos pensamientos, malas ideas, como que Estados Unidos intervenga directamente o, por contrapartida, la esperanza de que el socialismo a lo Castro-Chávez tenga una nueva oportunidad en América Latina. No hay razones ni para lo uno ni para lo otro, tampoco para mostrarse partidarios acérrimos del régimen de Uribe. Pero ahí estamos todos pendientes de qué nueva barbaridad dirá o hará el Presidente de Venezuela, para ponernos a pensar mal, a tener malas ideas.

jueves, 14 de febrero de 2008

Nacionalidades, motes e insultos

Hace unos años en Centroamérica trabajé con un grupo de argentinos. Uno de ellos solía llamarme “Shileno”, tal como la barra de River Plate ha gritado a Marcelo Salas y últimamente a Alexis Sánchez. En una ocasión me dijo que ellos, los argentinos, tenían dos independencias, la que habían conquistado para ellos y la que habían conquistado para nosotros. Yo lo ignoraba con una risa y una aceptación como cuando se escucha a un evangélico. Una noche en un bar alabé a Jorge Luis Borges –no porque haya sido argentino sino porque es un extraordinario escritor- y este hombre, que era profundamente peronista, me dijo “se lo cambiamos por el de ustedes, ¿cómo se llama?”. Supose que se refería a Pablo Neruda, pero que no quería mencionarlo, pues, supongo que todo lo chileno le parecía inmencionable. Entonces lo obligué a hacerlo, nombrándole a otros poetas chilenos de cierto vuelo. “¿Vicente Huidobro?, ¿Nicanor Parra?, ¿Gabriela Mistral?, ¿Pablo De Rokha?”. Hasta que por fin largó el nombre que ya sabía y que él juzgaría equivalente y por tanto intercambiable por Borges. “Neruda”, dijo.

El propio Borges sabía cómo humillar a las personas cambiándoles el nombre. Es conocida la anécdota con el escritor mexicano Octavio –Premio Nobel- cuando dutrante una conferencia lo llamó todo el tiempo “Ausgusto Paz”. La rabia de Octavio Paz debe haber sido inmensa, pero no podía corregirlo. En una columna que escribí durante años en The Clinic, bajo el seudónimo de Chupete Aldunate, un señor ultraconservador, usé el mismo recurso. Este personaje podía recitar de memoria los nombres de las personas que consideraba importantes, de buenas familias, de apellidos equivalentes al de él en pedigree, tierras, coraje o sólida moral, pero al resto les cambiaba el nombre. A Gladys Marín la llamaba Inés Marín, por ejemplo.

Digo todo esto porque tengo la sensación de que los comentaristas deportivos hinchan el pecho cuando la barra de River Plate –un error histórico, pues la traducción vendría a ser Río Plato-, le grita “Shileno” a Sánchez. Los periodistas deportivos, especialmente los de televisión entienden bien poco de todo, incluso acerca de la materia a la que dedican su vida, así es que no me sorprende. A ellos debo decirles que detrás de eso hay algo que no puedo descifrar, pero que no es exactamente admiración. A Bambán Zamorano jamás le gritaron “Shileno” en el Bernabeu ni en Italia, ni siquiera los hicieron en México. Salas fue el “Shileno” sólo en Argentina, pero luego fue el “Matadore”. Los argentinos, especialmente con respecto a Chile, sufren una fuerte soberbia, al estilo de los franceses con el resto del mundo, pero los franceses, a juzgar por la voz del mismo Borges, “son los únicos que tienen derecho a ser soberbios”. Algo de razón tiene. Lamentablemente nuestra referencia cultural más cercana es Argentina, pero como siempre ocurre hay más posibilidades de escuchar a los patanes que a los sabios.