Decir que Vidal se ha vuelto loco podría ser un buen inicio para una novela o un cuento, pero decirlo en serio, puede hasta ser peligroso. Pero si no está loco, al menos está enloquecido o pasa por un momento difícil.
Considerando que no debe ser fácil ser el vocero de una Presidenta como Michelle Bachelet, cuyas opiniones, acciones y determinaciones muchas veces nos hacen fruncir, sí es posible sostener el cargo con mayor dignidad y no disparar para todos lados, decir toda clase de cosas y meterse, finalmente contra la prensa, con la pauta de la prensa. Su antecesor, el trirte Lagos Weber sufría lo indecible entre interpretar a la mandataria, defender a su papá y hacer la política de La Moneda cuando los ministros eran Andrés Zaldívar, demasiado cansado, y Belisario Velasco, demasiado policial.
Vidal, en más de una ocasión ha querido enmendarle la pauta a los medios de comunicación. Habla de prensa libre cuando se trata del diario La Nación y fustiga a Chilevisión y otros medios por incluir en sus titulares artículos de corte policial. Hace unos días estaba fuera de sí, o casi fuera de sí, porque los índices de personas que se han visto afectados por la delincuencia bajó a un 34 por ciento. Y como un futbolista o farandulero cualquiera, culpó a la prensa.
Y al oírlo hablar a uno le queda la sensación de que el hablador Vidal parece morirse de ganas de cerrar algún medio de prensa, a lo Chávez, simplemente porque no destacan las grandes obras o hacen uso de la libertad de prensa con la que Vidal se llena la boca cada vez que se trata de informaciones que favorecen al gobierno.
Pareciera que ese elemento bolchevique-germano oriental que parece dominar las oficinas de La Moneda de hoy, también tomó de los sesos a Vidal, hombre de escuelas militares y del viejo Partido Nacional.
En su defensa, diré que es medio sordo y los sordos suelen tener mal genio, pero hay algunos más tímidos que hacen un esfuerzo por prestarle atención a los demás. Vidal, el sordo, sólo sabe hablar. Si se escuchara. Es una lástima que sea tan vocero.
Durante algún tiempo lo admiré porque era el vocero perfecto. Decía mil palabras y los periodistas quedábamos colgados. Es decir, qué mejor vocero que un hombre que dice muchas cosas, pero que en el fondo no dice nada. Ahora, en cambio se ha puesto a decir cosas, a amenazar, incluso se dio lujo de decirle a Matías Del Río, el conductor de Ultima Mirada de Chilevisión que lo acusaría a Piñera. ¿Qué se habrá imaginado? ¿Qué Pretende?
Lo siento, me estoy quejando injustamente. Vidal, al asumir, dijo que sería 150 por ciento bacheletista. ¡Y cómo lo está cumpliendo! Ya va como en el 200 por ciento. Yo opté por apagar la tele cada vez que aparece en pantalla, lo mismo que hago cuando aparece la Presidenta. Y no soy el único.
jueves, 24 de abril de 2008
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